«Que JESÚS haga presente su PAZ y su LUZ en el mundo»

 


Cuentos de NAVIDAD




Aguardiente, turrón y chocolate


Año 3000, misión: Navidad

Apagón estelar

Bester vuelve a la Tierra

El árbol de Navidad

El belén de Pedro

El mejor regalo

El turrón mágico

Esencia de amor

La estrella de Navidad

La Navidad bajo el mar

La Navidad en TODOSALEBIEN

Laura y el muñeco de nieve

Los ángeles de la Navidad

Papá Noel no encuentra su trineo

Una estrella diferente

Una estrella muy curiosa


Reflexión en Navidad


Nacimiento realizado con plastilina por Lucía G.
Premiado en el XLVIII Certamen navideño Caja Círculo. Burgos

 

 


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Aguardiente, turrón y chocolate


Navidad, bonita palabra, sólo con mencionarla ya da alegría y felicidad.
En mi cuento os voy a relatar que hasta una humilde familia con lo sencilla que pueda ser, también pude celebrar su Navidad.
En un lejano pueblo de las entrañas de Galicia, vivía una familia: un padre José, una madre Yolanda y sus tres hijos, llamados Yolanda, Adrián y Óscar.
El padre vive del ganado y de las tierras, la madre se ocupa de sus tres hijos enseñándoles a leer y a escribir. Eran tan pobres que no tenían para comprar ni los libros del colegio.
Mientras los niños son pequeños, intentan evitar el día 25 que es Navidad y apenas lo mencionan.
La madre le comenta al padre que ya va siendo hora de que les explique a sus hijos lo que es la Navidad.

El padre le dice:
— La Navidad es muy bonita y muy alegre, pero apenas tenemos para comer y menos para comprar regalos.
La madre le contesta:
— No son los regalos lo más importante de la Navidad, sino la alegría y la forma en que se celebra.Unos días antes, el padre, la madre y los tres hijos hablan de la Navidad y deciden qué hacer en concreto, qué comprar este año.
El ganado da buenos terneros y se podía vender un ternero para los gastos de Navidad.
Después de estar hablando un buen rato, los hijos deciden comprar algo dulce y típico, el turrón.
A su padre José, antes de ir a trabajar todas las mañanas le gustaba tomarse un poquito de aguardiente, por lo cual se dieron cuenta que le podían hacer una tacita de madera. Y a la madre le gustaba mucho el chocolate.

Hablan con su madre y está de acuerdo, pues madera donde viven sobra, le sale gratis.
Llega el esperado día, lo poco que hay en la mesa lo reparten entre todos con alegría y en el postre los niños disfrutan del turrón, la madre del chocolate y el padre viéndoles tan felices, disfruta de su familia.
Luego regalan la tacita de madera que está hecha con cariño para que tome su aguardiente por las mañanas.
Aquel hombre, duro y fuerte del campo, que tantas cosas buenas quería para su familia se emocionó y lloró.
Con este cuento quiero contar y explicar que en fechas concretas, una familia puede ser feliz por lo que es, no sólo por lo que tiene.

Yolanda P. 4º E.P.



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Año 3000, misión: Navidad

En el año 3000, unos días antes de Navidad, la gente estaba como loca. Que si compras en la Luna, que si viajes a Marte, que si regalos, comida, adornos…
Los niños pedían montones de juguetes: la Play Station 3000, el robot que lo hacía todo, naves espaciales para darse una vueltecita por el universo, máquinas para transformarse en cualquier cosa, etc.
Sólo había un hombre en toda la Tierra que odiaba todo ese jaleo. Cuando llegaban esas fechas se encerraba en su casa voladora y no salía de ella hasta mediados de enero. Era un anciano, de unos 185 años, que se llamaba P6-184; le gustaba vestir trajes espaciales de colores brillantes.
Este hombre era un sabio y había inventado y descubierto grandes cosas, entre ellas la más importante de todas había sido el descubrimiento del planeta Wik, donde además había vida inteligente; también había inventado máquinas de todo tipo para ayudar a las personas.
El nuevo proyecto que quería lograr era inventar un transportador de cosas al futuro (TCF) y esto era debido a que nadie en este milenio creía en la Navidad, su idea era mandar al futuro un mensaje para que en ese tiempo futuro nadie volviera a cometer el mismo error que en la actualidad. Él recordaba haber cantado villancicos delante del portal de Belén, reunirse con su familia en la cena de Nochebuena, ayudar a los más necesitados y también, cuando era pequeño, recibir la visita de los Reyes Magos.

Quería que en el futuro las personas volvieran a tener ese espíritu navideño que se había perdido; ahora solo se pensaba en los regalos. El niño Jesús ya no nacía cada año, los Reyes Magos habían muerto y nadie se acordaba de lo que era la Navidad ni de su significado.
P6-184 trabajaba sin descanso, pero no conseguía que el invento funcionase; la noche del 24 de Diciembre decidió dejarlo y dedicarse a un nuevo proyecto cuando se le apareció un ángel y le dijo:
— Tienes que seguir intentándolo, solo así la gente volverá a recordar y creer en la Navidad, los Reyes Magos volverán cada año de nuevo a llevar alegría a los niños y el Niño Jesús volverá a nacer en nuestros corazones. ¿No es eso lo que querías?, sigue intentándolo.
P6-184 siguió intentándolo con más ganas y fuerzas hasta que…
¡¡¡ LO CONSIGUIO !!!
Al día siguiente llamó a la cibervisión, los ciberperiodistas, la ciberradio y a todos los medios de comunicación de la galaxia y les dijo:
— Queridos amigos he conseguido inventar una fabulosa máquina: el transportador de cosas al futuro.
Enseñó una pequeña caja, no mayor que una de zapatillas estelares, con muchísimos botones de colores y una pequeña rendija.
Los medios de comunicación estaban como locos queriendo difundir esta noticia a todos los habitantes de la galaxia y no paraban de entrevistarle.

Cuando se quedó solo pensó qué podía mandar al futuro. Se decidió por un chip informático y empezó a grabar en él diciendo:
— Queridos amigos del futuro, os mando esta información desde el año 3.000. Quiero que intentéis hacer lo que os voy a decir; seguramente que cuando recibáis este chip vosotros no sabréis lo que es la Navidad y por eso yo os lo voy a contar. La Navidad es celebrar que hace muchos siglos nació un Niño que salvaría a los hombres, que es época para compartir, para ayudarnos los unos a los otros, de solidaridad, de reuniones familiares… Me gustaría que en ese futuro lo celebrarais con el mismo espíritu que había cuando yo era un niño junto con vuestras familias, contentos de reuniros y compartir todos la Navidad.

Intentad celebrar la Navidad así sin pensar en que los regalos es lo más importante y tendréis una buena recompensa. Me despido diciendo "FELIZ NAVIDAD PARA TODOS".
P6-184 guardó el chip en la caja y pulsando los botones la programó para el 24 de Diciembre de 3.100 pensando que su mensaje ayudaría a recuperar el espíritu de la Navidad que se había perdido.
Y NO SE EQUIVOCO.

Sara S. 6º E. P.



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Apagón estelar

Los pastores se agrupaban delante del pesebre. Cada uno de ellos traía un regalo, traían desde un cuco hasta una garrafa de leche. De repente el agudo piar del cuco hizo silencio ante la multitud.
María dijo inquieta por el retraso:
— ¿Qué les habrá pasado a los Reyes Magos? Son las cinco de la mañana. ¿Es que no les da vergüenza hacer que pongan en la Biblia que van a llegar a las tres y media?
José dijo:
— Habrán perdido la señal de la estrella.
María agobiada salió a tomar el aire mientras José atendía a los pastores impacientes por ver al Niño. Al cabo de un rato María entró en el pesebre asustada diciendo:
— ¡No está! ¡No está! ¡Ha desaparecido!
José, sorprendido por la actuacion extraña de María, preguntó:
— ¿Qué es lo que ha desaparecido?
María asustada contestó tartamudeando:
— L-l-la-estre-lla-a.

Dibujo premiado con un Accésit (Categoría B), en el XXVIII Concurso de Tarjetas de Navidad convocado por Caja de Burgos.
María se tranquilizó.
José dijo:
— ¿Qué estrella?
María le contestó mientras cogía un pañuelo:
— La estrella fugaz que guía a los Reyes Magos, ya no le podrán traer regalos al Niño.
José se subió a una piedra para decir:
— ¿Alguien de aquí tiene un móvil?
Mariano contestó muy rápido:
— Yo, aquí está. Ten cuidado que es nuevo.
José cogió el artilugio, cogió la guía de teléfonos, hasta encontrar cielo. Entonces José empezó a marcar "003203195". Rápidamente le atendieron:
— Telecielo, ¿digame?
José contestó:
— Perdone, soy José y busco un ingeniero estelar.
Telecielo contestó:
— Ahora mismo le paso con Eugenio, espere.
Le dejaron esperando con la famosa cancioncita de : "Jingle bells, jingle bells"
De repente una voz grave le decía.
— Sí, ¿quién es?
José contestó agobiado de tanto esperar:
— Soy José y tenía un pedido, ese pedido consistía en que los Reyes Magos tenían que venir en la madrugada del día 4 de enero a las 3:30 y ese pedido no se ha cumplido, así que quisiera obtener explicaciones...
Eugenio le contestó rápidamente mirando por el telescopio:
— Perdone las molestias, pero... es que... creo que nos han robado la estrella fugaz que les guiaba.
José intentando aclarar el caso dijo:
— Eso ya me he dado cuenta, lo que quiero decir es que a una multinacional como vosotros, pueden robaros uno de vuestros bienes más preciados. ¡No lo puedo creer!
Eugenio intentó dar explicaciones:
— Creemos que el robo se ha realizado por el día burlando los sistemas de seguridad nocturnos. Hasta el momento eso es todo. Contrataremos a los mejores detectives.
José colgó inmediatamente, se puso el abrigo, cogió las llaves del coche, se montó y se dirigió a los juzgados. Allí contrató al detective que resolvió el hurto de las pajitas del Niño Jesús. Se llamaba Emilio.
Emilio y José llamaron al cielo:
— Telecielo, ¿dígame?
José dijo:
— Soy José, es muy importante. Póngame con Dios.¡Ah! No me ponga como música de espera la canción de "Jingle bells".
En un periquete Dios se puso al teléfono:
— José, ¿qué tal van las cosas por ahí?
José contestó:
— No muy bien, los Reyes Magos no llegan porque han robado la estrella que les tenía que guiar. Te llamábamos para que nos permitas subir al cielo a Emilio y a mí.
Dijo sin preocupación:
— Vale, podéis subir cuando queráis. Os he mandado una nube para que subáis.

Entonces una nube se les acercó, se montaron y subieron al cielo. Una vez arriba se dirigieron a la zona del robo. Emilio y José registraron el cielo con la ayuda de un ángel. Buscaron por todas partes y vieron una nube grande de la que salía un gran resplandor. Emilio extrañado dijo:
— ¡Mira! ¡En esa nube!
José metió la mano en la nube y sacó una brillante estrella.
El ángel dijo:
— La pobre tiene fobia a la oscuridad.
Entonces la llevaron al médico y la curaron su temor a la falta de luz. Al final el Niño Jesús recibió los regalos el 6 de enero. Por eso se celebra la venida de los Reyes Magos ese día.

Germán M. 6º E. P. (2º Premio, Categoría D, en el XXVIII Concurso de Cuentos de Navidad, convocado por Caja de Burgos)


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Hace 3 años Bester visitó nuestro planeta. Yo conocí su historia y ahora os voy a relatar la segunda parte.

Bester y sus padres echaban de menos a sus amigos terrestres y decidieron volver.

Bester vuelve a la Tierra

Segunda parte

Una vez el equipaje hecho, subieron a la nave que estaba envuelta con todos los papeles de regalo que habían recibido de sus amigos de la Tierra desde hacía tres años.
Decidieron traerles un regalo especial de Navidad, decidieron traerles algo que a los humanos les hacía falta: LA PAZ.
En su planeta todos se respetan y se admiten tal y como son, sin embargo, en nuestro planeta nos falta todo eso: hay guerras, los países ricos no quieren dar dinero a los países pobres... Es un desastre.
Bester y sus padres decidieron invitar a sus amigos de la Tierra a pasar las Navidades en Marte.
Aterrizaron en el jardín de sus amigos y les recibieron con abrazos y besos.
Bester dijo:
— ¡Hola amigos! Venimos a deciros si queréis pasar las navidades en nuestro planeta.
La familia muy orgullosa aceptó con entusiasmo y pusieron rumbo a Marte.
Una vez allí, a la familia le pareció un poco raro pero al cabo de un rato todos se acostumbraron.
Durante la cena conocieron a sus vecinos del planeta Plutón y Saturno.
Los de Plutón eran de color azul y los de Saturno de color rojo y verde.
— ¿Les gustan los erizos de Eris?
— No los hemos probado nunca, pero nos apetecerá probarlos.
— Os habéis quedado con hambre? Tenemos sopa de cardos de Ceres.

Probaron todos los platos de cada planeta y una vez terminada la cena con los postres de Urano, la familia dijo que se había olvidado una cosa en la nave.
Regresaron con regalos para todos y de repente la casa se iluminó y llegaron los habitantes de Urano.
Les regalaron cuatro piedras grandes de color rojo, que le iban a mantener calientes durante cuatro inviernos.
Eris les trajo cuatro piedras blancas que les iban a mantener frescos durante cuatro veranos.
Plutón les trajo cuatro piedras negras que les iban a mantener seguros durante cuatro estaciones.
Ceres trajo cuatro estrellas grandes y amarillas con las que podían iluminar toda la ciudad.
Saturno trajo cuatro piedras de color plata, que les asegurarían volver cuando ellos quisieran.
Después de recibir todos esos regalos la familia tenía que regresar y quedaron en que la próxima Navidad la pasarían en su casa.
Sus padres aceptaron y dijeron:
— Bester, toda la paz que llevas en tu corazón repártela entre tus amigos de la Tierra.
La nave inició su viaje entre las estrellas, y al poco se confundió con una de ellas...

Marco B. 6º E. P.


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El árbol de NAVIDAD


Este año hemos comprado un árbol de Navidad. No cabía en el coche y lo hemos llevado a casa por la calle, mis padres, mi hermano y yo.
Es un árbol muy grande y, tiene nombre, se llama Abeto.
Cuando llegábamos a casa oímos una voz asustada, nos paramos. Todos buscamos entre las ramas y encontramos un gnomo escondido dentro de una piña.
Gnomo estaba triste porque acababa de despertar de la siesta y no veía a sus papás.
Yo le consolé y me dijo que vivía en el bosque.
Sus amigos vivían en otros árboles, ahora estaba solo y quería volver a su casa.
También me contó que el bosque se quedaba sin árboles. Los gnomos, los pájaros , las ardillas y los demás habitantes del bosque se estaban quedando sin sus casas.
Decidimos mis padres, mi hermano y yo, llevar y plantar el abeto en el bosque. El gnomo estaba muy contento porque encontró a sus padres y a sus amigos.

Nos dio las gracias y un beso a todos.
Desde este año hemos pensado que no vamos a comprar más abetos, y todos los años visitamos al gnomo en el bosque de nuestra ciudad.
Este año el bosque tiene más árboles, todos los que viven en el bosque están muy contentos y mi amigo el gnomo ha preparado una gran tarta para celebrarlo.

Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

Marcos A. 2º E. P. (Accésit, Categoría B, en el XXVIII Concurso de Cuentos de Navidad, convocado por Caja de Burgos)


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El belén de Pedro


La Navidad estaba muy cerca y a Pedro le tocaba montar el belén como todos los años. Llegó el día y entre todos se dedicaron a ponerlo.
Cuando llegó la noche y se fueron a dormir después de cenar, Pedro no podía conciliar el sueño. Estaba muy emocionado por el trabajo realizado y no dejaba de pensar en todos los detalles que aún le quedaban por terminar.
Comenzó a oir unos ruiditos y la curiosidad podía con él.
Decidió levantarse y... ¡oh sorpresa! No podía creer lo que estaba viendo. ¡Las figuras se movían!
Tras recuperarse de su sorpresa se acercó muy despacito y pudo comprobar que no era un sueño.


Las ovejas, los patos del estanque, la lavandera en el río, el molinero y el herrero... iban de un lado para otro y además hablaban. ¡Sí, estaban hablando!
Pedro estaba tan asombrado que no pudo esperar al siquiente día para contárselo a sus padres.
Con gran susto fueron juntos a comprobarlo y desde luego todo estaba tranquilo y en orden. Una vez más la imaginación de Pedro le había jugado una mala pasada ¿o no? Porque sólo él fue capaz de ver, por última vez el destello de luz que desprendió la estrella de Navidad que guiaba a los Reyes Magos hacia el portal.

Icíar P. 2º E. P.



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El mejor regalo

Un fuerte movimiento agitó la caja en la que vivía el muñeco de nieve que año tras año colgaba del árbol de Navidad. El sueño anual había terminado y ahora le tocaba trabajar durante unos días, alegrando las fiestas navideñas junto con los otros adornos del árbol, el espumillón, las bolas, el Papá Noel, las luces, etc. El muñeco de nieve se desperezó y aguardó a que alguien abriera la caja, entrase la luz en ella y a que una mano infantil le cogiera para colocarlo en el abeto de todos los años.
Al muñeco de nieve le gustaba la Navidad. Desde su puesto en el árbol disfrutaba de la alegría y de la unión de la familia que vivía en la casa, de los villancicos que los niños cantaban, de la cena familiar de Nochebuena y de la fiesta de Nochevieja y era el primero en conocer los regalos que se dejaban al pie del abeto para Miguel, el padre, y Elena, la madre, y para los hijos y la abuelita. Desde el árbol podía ver el portal de Belén que los dueños de la casa colocaban en la mesa del cuarto de estar con la Virgen, San José y el Niño Jesús, así como la burra, el buey y los Reyes Magos.
Elena, la madre de la familia, abrió por fin la caja en la que el año anterior había guardado las figuras y una luz artificial la invadió. Pronto la mano infantil de Cristina, la hija pequeña, rebuscó en la caja y fue sacando una por una las figuritas que en ella había, hasta que le tocó el turno al muñeco de nieve. Ya fuera de la caja, el muñeco fue colgado en el abeto junto con las figuras de años anteriores, a las que saludó, y a las que se sumaron otras nuevas adquiridas días antes, una estrella roja y con purpurina blanca, una caja de regalos y un trineo a los que el muñeco de nieve les dio la bienvenida y les contó sus experiencias de años anteriores como la del año aquel en que el presentador de la televisión se equivocó al contar las campanadas de fin de año.
Cuando terminaron Elena y Cristina de adornar el árbol, éste estaba perfecto y todas las figuras en su sitio. La Navidad había comenzado.
Sin embargo, este año el muñeco de nieve echó en falta la presencia de Juan, uno de los hijos de Elena y Miguel. Juan era militar de profesión y desempeñaba su trabajo realizando labores de ayuda en el tercer mundo (terremotos, inundaciones, catástrofes, accidentes, etc.). En estas fechas Juan se encontraba muy lejos, en uno de los países árabes donde no se celebra la Navidad. Pronto pudo observar como, a pesar de estar la habitación ordenada como otros años, no reinaba la alegría habitual en estas fiestas, pues todos echaban de menos a Juan. Había menos risas, apenas se cantaban villancicos y todos tenían una cara de cierta tristeza.

Así fueron pasando los días y acercándose la Nochebuena. El 24 de Diciembre, por la noche, todos cenaron casi en silencio y las pocas palabras que se dijeron fueron para recordar al hijo ausente. Pronto todos se fueron a la cama, quedando los regalos al pie del abeto para ser abiertos por sus destinatarios al día siguiente.
Al día siguiente, pronto, Elena, Miguel, Cristina y la abuela se levantaron y comenzaron a abrir los regalos sin mucha ilusión, pensando todos y cada uno de ellos en Juan que por vez primera no iba a pasar las fiestas con la familia. A media mañana el muñeco de nieve oyó como se recibía una llamada telefónica que fue atendida por Elena y como ésta gritaba y lloraba, pero no de tristeza, sino de alegría. Elena llamó a toda la familia y les dijo que Juan acababa de llamar y que le habían dado un permiso para pasar la Navidad con la familia, que acababa de llegar a Madrid y que se desplazaba desde el aeropuerto a casa.

A la hora de comer, sonó el timbre de la puerta y apareció Juan vestido de Papá Noel, cargando sobre sus hombros un saco del que empezó a sacar regalos. Éste para su hermana Cristina, éste para su padre Miguel, éste para la abuelita y éste para su madre Elena, sin embargo el mayor regalo que trajo para todos fue su presencia en casa. Ahora sí que era Navidad, sí que volvieron los villancicos y la alegría como todos los demás años y el muñeco de nieve tendría una nueva experiencia que contar a sus compañeros del árbol el próximo año.

¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS! fue la frase que más se repitió durante el resto de los días y esta vez sin duda alguna.

Alejandro M. 6º E. P.


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El turrón mágico

Un día en que la nieve cubría los suelos de blanco, junto al puesto de castañas de la Plaza Mayor se instaló una señora que vendía turrón de fabricación propia. Iba vestida de harapos y tenía los zapatos rotos, pero en sus ojos se reflejaba la felicidad, a pesar de no tener ninguna de las cosas que a casi todo el mundo le sobran.
Ofrecía turrón a todos los que pasaban por su lado. Era la víspera de Navidad. Un grupo de jóvenes empezaron a tirar bolas de nieve al puesto de la castañera, a destrozar los adornos navideños, a ensuciar las calles y a insultar a todos los que no eran como ellos.
La señora que vendía el turrón les animó a probar un trozo de su "Turrón Mágico" y se rieron de ella, pero como tenían hambre probaron el turrón y la transformación fue casi instantánea.

Los chavales ayudaron a pasar a un ciego a la otra calle, a una anciana que iba cargada del bolsas, la ayudaron a llevar su compra a casa, en el autobús dejaban a las personas mayores sentarse en su asiento, a las palomas con las que antes se divertían tirándoles piedras, ahora veían a una paloma herida y la llevaban a su casa para poder cuidarla y curarla.
La vendedora de turrón mágico estaba contenta porque había logrado su propósito, esos muchachos ya estaban preparados para repartir el turrón de su receta mágica a todas las personas con malas intenciones y conseguir un mundo mejor.
Ingredientes de la receta:
- Una pizca de paciencia.
- Buena voluntad.
- Mucha alegría.
- Un montón de ilusión.
- Y.. mucho amor.

Ana S. 3º E.P..



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Esencia de amor


Dibujo premiado con un Accésit (Categoría C), en el XXVIII Concurso de Tarjetas de Navidad convocado por Caja de Burgos.

En una ciudad llamada Pöskka, pasó algo inesperado en unas navidades no muy lejanas.
Pöskka, una ciudad como cualquier otra, llegó como todos los años la NAVIDAD.
Pero ese año era distinto; la Navidad no llegaba a las calles, ni a las casas y tampoco a las personas.
En la central de "DUENDES DEFENSORES DE LA NAVIDAD" el ambiente era un caos, todos buscaban, investigaban día y noche. ¡No paraban!
Todos opinaban cosas distintas.
No sabían qué hacer; estaban muy disgustados pues no cumplían con su deber de salvar la Navidad y era para lo que habían sido contratados.
Mientras, Pöskka seguía igual, sin llegar la Navidad. Todo eran caras largas y tristeza.

En la central "DUENDES DEFENSORES DE LA NAVIDAD" decidieron llamar a Kirim, uno de los duendes más joven y sobre todo más sabio.
Después de observar varias horas a Pöskka, la ciudad, giró la cabeza y dijo:
- Creo que lo que a esta ciudad le pasa, es que no se tienen amor, no se observan unos a otros, no se dan cuenta de las maravillas que hay tanto en la gente como en la calle.
Pepinco, el duendecillo más pequeño preguntó:
- ¿Y qué debemos hacer?
- Debéis adornar la ciudad y echar esencia de amor por todas las esquinas, -contestó Kirim.
La esencia de amor era un concentrado que se usaba en ocasiones extremas y sirve para devolver el amor, en este caso perdido, entre las personas.
Kirim repartió el trabajo y todos los duendes recorrieron la ciudad siguiendo sus consejos.

Pocos días después en Pöskka llegó un año más la Navidad. Ahora sí que estaban felices todos los duendes de la central DUENDES DEFENSORES DE LA NAVIDAD".
La ciudad se llenó de luces, nieve, alegría y amor. ¡Ya había vuelto la NAVIDAD!
¡Ah! , cuando el pasado año en vacaciones visité Pöskka encontré en una esquina un frasco brillante, pequeñito, y con una etiqueta que ponía: ESENCIA DE AMOR.
Ingredientes:
- Toneladas de buena voluntad.
- Kilos de perdón.
- Millones de comprensión.
- 1.000 g. de alegría.
- Y mucha, mucha paz.

Espero no necesitarlo nunca, pero por si acaso… Lo tengo muy bien guardado.

Ana Marta E. 6º E. P.



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La estrella de NAVIDAD


Desde hacía ya más de dos mil años, todas las noches del 24 de diciembre acudía sin falta a su cita con toda la gente de la tierra. Era la "Estrella de Navidad" que anunciaba a todo el mundo que Jesús había nacido. Como era la más antigua de todas las estrellas del cielo, le habían encargado por orden de la reina de todas las estrellas, dar clases de brillo al resto de las estrellas en la escuela del cielo. Todos los días, en la escuela del cielo, reunía a las jovencitas alrededor suyo y les explicaba lo bonito que era el cielo en navidad por la noche, sobre todo cuando casi no había nubes.
Esas noches las estrellas eran las protagonistas en el cielo, junto con la luna, pues con su brillo iluminaban a la gente en la oscuridad de la noche de Navidad. Esa noche brillaban lo más posible, mucho más que cualquier otra noche.
Después de tantísimos años, ya había enseñado a brillar a más de mil millones de estrellas.
Pero, ya se estaba haciendo mayor, y cada año le costaba más y más brillar de aquella forma tan especial el día de Navidad. Ella no quería quejarse porque pretendía dar ejemplo a las estrellas más pequeñas, pero este año casi no tenía fuerzas.


Un grupo de estrellas pequeñas decidieron hacer un plan para poder ayudarla. Si se juntaban todas unidas y brillaban con mucha fuerza, quizá la podrían imitar a la gran estrella, y así este año podría descansar.
Estuvieron ensayando pero su luz no era lo suficientemente brillante como para iluminar el cielo de forma tan especial en ese día tan importante. Así que pidieron ayuda a sus amigos los Luceros del Alba. Llegó la noche, se pusieron muy juntitas y brillaron.
¡Era una luz preciosa!
Ese año todo el mundo recordó aquella luz tan brillante, alegre y bonita.

Susana G. 4º E.P.


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La Navidad bajo el mar


En el fondo del mar todo estaba muy tranquilo. Los peces nadaban arriba y abajo, jugando los más grandes con los chiquitines. de repente, un pez dio un salto y salió a la superficie. Se quedó tan sorprendido de las luces que brillaban que fue a curiosear.
Al acercarse vio un gran árbol iluminado y niños cantando villancicos a su alrededor. le gustó tanto, tanto, que fue a contárselo a sus amigos.
Decidieron adornar las algas marinas y las esponjas con la ayuda de las estrellas de mar, las medusas y los peces de colores que daban vueltas haciendo de guirnalda.
Las sirenas también colaboraron con sus canciones, y así en el fondo del mar todos sus habitantes celebraron la Navidad.

María Luisa G. 2º E. P. (Accésit, Categoría B, en el XXVIII Concurso de Cuentos de Navidad, convocado por Caja de Burgos)


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La Navidad en TODOSALEBIEN


Celia era una niña de 9 años que deseaba unas felices Navidades para todo el mundo.
Tan preocupada y nerviosa estaba que se quedó dormida.
Soñó que la Navidad llegaba al país de TODOSALEBIEN.
Era 24 de diciembre y los niños de todo el mundo tenían una casa para protegerse de las inundaciones y los terremotos, tenían una familia que les quería y manjares para celebrar todos juntos el nacimiento de Jesús.
En el país de TODOSALEBIEN no existía ni la enfermedad ni la pobreza, ni las guerras ni las peleas.
Era un país en paz, donde los niños iban al colegio, obedecían a sus padres y profesores y se esforzaban para trabajar y portarse bien.
En ese país todo el mundo iba con una sonrisa por la calle, y siempre estaban pendientes de hacer felices a los demás.

Celia estaba tan fascinada que pensó que le gustaría vivir así la Navidad.
Cuando Celia se despertó, pensó en escribir rápidamente la siguiente carta a los Reyes Magos: "Este año no os quiero pedir nada para mí, lo que quiero es que el mundo sea igual en paz, en derechos, sean felices y tengan lo más necesario para vivir cada día como en TODOSALEBIEN"

Celia T. 4º E.P.



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Laura y el muñeco de nieve

Érase una vez una niña que se llamaba Laura. Era Navidad y su jardín estaba helado y lleno de nieve.
Un día que había nevado mucho, decidió salir, pero muy, muy bien abrigada.
Al salir, vio que había mucha nieve y decidió que podía hacer el muñeco de nieve más grande del mundo.O al menos intentarlo. Pues había oído que había un concurso de muñecos de nieve y, ya de paso, podría presentarle.
Primero empezó por una bola, y como tenía que ser la primera parte del cuerpo, tendría que ser muy grande, ya que si quería hacer un muñeco de nieve gigante, tendría que hacerlo todo muy grande.

Empezó a hacer una bola, después la agrnadó y, al final se hizo muy grande hasta que, por fin, lo consiguió. Así hizo con todas las demás bolas.
Luego dijo:
— Ya sólo me faltan los accesorios.
Se fue a la cocina y cogió las siguientes cosas: una zanahoria, unos cuantos botones, dos ramas secas (su madre las usaba para encender la chimenea), una escoba y un sombrero.



Volvió a salir y los puso: la zanahoria de nariz, los botones (que cogió diez) los puso: dos, uno para cada ojo y los otros ocho, para la boca; las ramas, una para cada mano, la escoba para su escoba y el sombrero se lo puso en la cabeza.
Cuando lo terminó se paró a pensar, y al final dijo:
— El Espíritu navideño no está sólo en ganar, sino en participar, ni en el tener, sino en el compartir, y, en abrir tu corazón para que Jesús nazca dentro de él. Y si, además, te portas bien y lo sientes dentro de tí muchísimo mejor.
Al día siguiente era 24 de diciembre el día de Nochebuena.Laura metió el muñeco en una caja muy grande y se la llevó al concurso. Cuando llegó su turno, abrió la caja y... lo único que quedaba del muñeco era: un poco de agua y los accesorios que había puesto. Laura dijo:
— Que todos sepan que me da igual ganar, yo quiero que todos sientan ese verdadero Espiritu navideño.
Y Laura vivió feliz aquella Navidad tan esperada para ella y su familia.

Elena C. 4º E. P.



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Los ángeles de la Navidad


Llega la Navidad en diciembre, las calles iluminadas, las figuritas en los belenes, los pinos decorados, en casa los turrones, las uvas en el frutero, los regalos en los escaparates, todos esperamos con alegría la Navidad.
Un día estaba decorando el pino de Navidad en mi casa y abrí una cajita donde estaban muchos ángeles de diferentes colores.

Los ángeles me ayudaron a decorar los lazos, los renos, las luces...
Todos los ángeles eran de colores: azul, verde, amarillo, naranja, rosa, rojo, morado, ellos también me ayudaron a poner el portal de belén.

El ángel azul me ayudó a vestir la Virgen de azul, el ángel blanco me ayudó a vestir al Niño Jesús, el verde me ayudó a vestir a José de verde, el ángel rojo me ayudó a vestir a los Reyes de rojo.
Todas las figuritas del belén estaban pintadas de los colores de los ángeles, ellos también me ayudaron a pintar las montañas de marrón, los prados de verde, las nubes de blanco, el cielo azul y, lo que más brillaba era una estrella amarilla.
Yo, que me llamo Carlos, estaba contento escuchando el agua que caía por la cascada y llegaba al río del belén, y escuchaba los villancicos.
— ¡Atención Carlos!- me dijo un ángel mensajero.
— "Vengo a anunciaros que el Niño Jesús ha nacido ya"
Una estrella amarilla brilla en el portal
¡qué felicidad!
los ángeles de colores
contentos y alegres están.

Carlos M. 4º E. P.

 


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Papá Noel no encuentra su trineo


Papá Noel es un señor gordinflón, con un abrigo muy largo y con una barba gigante. Bueno vamos al grano, tenía una desgracia: ¡Había desaparecido su trineo! Papá Noel decía:
— Yo creo que lo metí en el garaje, la última Navidad.
En Napapadis reinaba el caos.
— Ese vehículo en malas manos no puede ser nada bueno, ¡quién puede haberlo hecho? mmm...no tengo ni la menor idea de quién puede haber sido, voy a llamar a dos niños.
Los niños se llamaban Julio y Marta.
Julio y Marta no tenían aún ninguna solución y estaban en el día 22 de diciembre. Por la noche empezaron a hacer otro trineo, el 23 de diciembre estuvo terminado, pero no era mucho de fiar.
En el Navieropuerto hicieron las primeras pruebas con los renos, pero estaban muy cansados y cada vez era más de noche.
Julio, Marta, dos duendes y Papá Noel pensaron y pensaron...y se les ocurrió una idea:
— ¿Por qué no cogemos el antiguo trineo?
— ¡Vale, vale!

Todos se pusieron manos a la obra y reconstruyeron el antiguo trineo. Éste funcionaba con los humanos que pensaban en él y el marcacreyentes estaba en el uno, así no podría repartir todos los regalos ese día. Así que Julio y Marta dijeron:
— Nosotros llevaremos la lista y cada día creerán más en tí.
— No sé, no sé... no es mala idea, puede que sí, pero también puede que no, pero por intentarlo...
— ¡Venga, está bien, no perdemos nada!
El 24 de diciembre por la tarde los niños enseñaron la lista y se pusieron a contar, y el marcacreyentes creció al máximo.
Así, Papá Noel, repartió los regalos y se fue al nacimiento de Jesús. Julio y Marta salvaron la Navidad. Por la noche cenaron con su familia y a las 12, varios regalos cayeron por la chimenea, ¡qué contentos se pusieron!
Papá Noel siempre recordará a esos dos niños que le ayudaron a repartir ilusión entre todas las personas del mundo.

Carlos G. 4º E. P.

 


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Una estrella diferente


Había una vez en el cielo una estrella. Era diferente a todas las demás. La estrella tenía una cola larga y dorada. El resto de las estrellas no querían estar con ella, por ser diferente. Nunca la invitaban a sus fiestas ni a sus cumpleaños. Siempre se burlaban y se reían de ella.
La estrella siempre estaba muy triste y muy sola. A ella la gustaría estar y jugar con las demás estrellas.

Una noche, todas estaban en una fiesta. La estrella diferente estaba mirando hacia la Tierra.
Vio algo distinto, era un niño que había nacido en un pesebre. El pesebre estaba muy oscuro. La estrella se acercó a él y lo iluminó todo. Lo que no sabía era que ese niño venía a salvar a todos los hombres. La madre del niño le dijo:
— ¿Podrías ir a buscar a tres reyes ? Tienen que venir y no saben llegar.
La estrella muy contenta fue a buscarles. Les enseñó el camino hasta el pesebre. Al llegar vio que sus compañeras habían llegado ya. Pero el niño sólo la miraba a ella. El niño la dijo:
— Por haber sido tan buena te voy a conceder un deseo.
La estrella le dijo:
— Yo lo que quiero es jugar en el cielo con todas mis compañeras.
Desde ese día, la estrella juega y se lo pasa muy bien con ellas.
Se dieron cuenta que aunque era diferente, era divertida y muy buena amiga.

Marina M. 2º E.P.

 


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Una estrella muy curiosa

Esta es la historia de una estrellita que se llamaba Platita. Vivía con sus papás en el cielo. Un día su mamá le dijo:
— Platita, me voy a hacer un recado. Tengo que preparar un viaje y tardaré un rato en volver. Pórtate muy bien, juega con las estrellas que estén cerca y no te alejes de casa.
Platita dijo:
— Sí mamá no te preocupes.
Pero no encontraba a sus amigos y pensó: si me alejo un poco más no pasará nada. Pero era tan curiosa que siguió avanzando y ... de repente notó que una fuerza la empujaba hasta chocar con algo muy duro. El suelo. Había llegado a la Tierra. Pero, pero ¿qué me ha pasado?, pensó. ¡Tengo brazos y piernas! ¡Me he convertido en una niña!. Oh ¡sollozó! He sido muy curiosa. Nunca más veré a mis padres.
Unos pastores que pasaban cerca la oyeron llorar y le preguntaron que le pasaba. Platita les contó su aventura.

Los pastores dijeron:
— No te preocupes, niña - nosotros te ayudaremos, pero antes tenemos que ir a adorar a un niño que acaba de nacer. ¡El Niño Dios!. Unos Magos de Oriente nos han dicho que una estrella nos guiará hasta Belén.
En ese momento apareció en el cielo una estrella muy brillante que avanzaba muy deprisa hacia ellos. Platita gritó:
— ¡Es mi mamá! ¡Es mi mamá!
Todos corrieron a seguir a la estrella hasta que de pronto se para encima del Portal en el que estaba el Niño Jesús con sus padres José y María. Un burro y un buey calentaban el pesebre.
Platita estaba feliz, dentro de poco estaría con su mamá y había tenido la suerte de poder adorar al Niño Jesús.
Jamás olvidaría ese día y estaba segura de que nunca más desobedecería a su mamá.

Sofía S. 2º E. P.



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Reflexión en Navidad

Hola, me llamo Teresa, tengo 13 años y me ha pasado algo increíble. ¿ Vosotros os podéis imaginar un 25 de diciembre a 30º C ?. El turrón lo cogías y se derretía al instante; las pistas de patinaje sobre hielo eran agua y el riquísimo cordero asado que prepara mi abuela, a 30º de temperatura que hacía en la calle, no apetecía nada comerlo. Me imagino que os preguntareis:
- ¿Y a qué se debe este calor?
Yo sé la respuesta y, de verdad, hay mucha gente que no se lo cree.
Todo empezó cuando los metereólogos no daban crédito a lo que predecían. Empezaron sustituyendo los dibujos por programas en los que salieron físicos y filósofos intentando explicar de alguna manera este extraño comportamiento del tiempo. A la gente le daba igual, al principio decían:
- A mí me da igual. En Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, no celebramos la llegada del frío ni de la nieve. Un niño nace igual haga calor o frío.
La gente tenía razón, pero aún nadie sabía a qué extremo iba a llegar la cosa. La temperatura empezó a subir y a subir a medida que iban pasando los días.
Como yo soy muy aventurera, decidí llegar al fondo de la cuestión y me puse a investigar. En primer lugar, eso del efecto invernadero no podía ser; llevaban un montón de tiempo hablando sobre eso y, a parte de decir que iba a ser poco a poco, de repente no va a subir la temperatura locamente. Esto solo podía ser cosa del Padre Tiempo.
Todo el mundo sabe donde vive el Padre Tiempo, o eso cree la gente. El vive en una cueva, da igual que cueva. Lo único que tienes que hacer es situarte en una cueva y pensar en él… él aparecerá por arte de magia.
Como hacía tanto calor, mis padres decidieron ir a Santander a ver a mis tíos. Un día en Santander quisieron ir a ver las cuevas de Altamira, y a mí eso me vino de perlas. Mientras las miraban aproveché para desviarme un poco y hablar con el Padre Tiempo. Pensé en él y apareció un viejecito con una larga barba blanca y una túnica azul oscuro.
- Señor, ¿me podría explicar porqué han subido tanto las temperaturas en esta época del año? - pregunté yo.
El Padre Tiempo se empezó a reír:
- Ja, ja, ja … Pues niña, te lo voy a explicar. Pensaba que la gente sabía cuál es el verdadero Espíritu de la Navidad, pero no. Ellos siguen maltratando las bellezas que Dios nos ha regalado. Os he querido dar una lección de lo que pasará si la gente sigue contaminando tanto; ya no lloverá, no nevará y constantemente estaréis achicharrados. La gente mayor y los niños enfermarán debido al calor excesivo y, algunas veces llegará a ser mortal.
- Ya lo entiendo pero, señor, por favor, devuélvanos nuestras navidades normales. Queremos que nieve y haga frío, utilizar nuestros gorros de Papá Noel y sacar los largos abrigos de piel. ¡Por favor! -exclamé yo.

Y el Padre Tiempo dijo:
- Está bien … pero para la próxima Navidad la contaminación tiene que estar reducida.
- No se preocupe, la próxima Navidad verá el cielo mucho más azul - dije yo.
En ese momento noté un escalofrío y empezó a nevar. El Padre Tiempo había desaparecido.
Así sucedió. La Navidad del 2007 ha sido la mejor Navidad de mi vida y espero que la gente se dé cuenta de que hay que dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado y no estropearlo.
FELIZ NAVIDAD 2007

Isabel R. 6º E. P.

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Cuentos de Navidad, 2007

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