«Que JESÚS haga presente su PAZ y su LUZ en el mundo»
Narraciones navideñas



Nacimiento realizado con plastilina por Celia Ag.
2º Premio en el L Certamen Navideño Caja Círculo. Burgos

Juan y la Navidad la revés :::: Tres amigos en Navidad

El secreto de la pandilla :::: Un sueño de Navidad

El muñeco de nieve deformado :::: El sentido de la navidad

La bola que quería ser estrella (P)


 

 


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La bola que quería ser estrella

Érase una vez una bola de color fucsia, pero no era una bola cualquiera. Se trataba de "UNA BOLA DE NAVIDAD", de las que se cuelgan en el árbol navideño.

Como todos los años, tenía un sitio fijo, que era en la parte baja del abeto, junto a las bolas de color verde y azul. Y, como todos los años, la bola se quejaba, porque creía que en ese sitio no se la veía bien. Era una bola muy presumida y quería que todos la mirasen. Le molestaba mucho el espumillón porque le tapaba. En cambio quería las luces más cerca para brillar más.
Pensaba que a todos los demás adornos se les veía mucho mejor que a ella. Y tenía especial envidia a la estrella que se colocaba en la cima del árbol.


Claudia A. 2º EPO

2º Premio en el LI Certamen Navideño Caja Círculo. Burgos
Muchas veces soñaba con que se había convertido en una estrella y ocupaba el sitio que ella creía que era el mejor.

Por eso, todas las navidades se sentía infeliz, y no disfrutaba de estas fiestas tan especiales.
Un año se cumplió su deseo y por arte de magia, ¡se convirtió en una estrella!. Se miró en un espejo y no se lo podía creer. ¡Qué bien se sentía!

Llegó el día de poner el árbol. Los niños empezaron a colocar los adornos de abajo a arriba. Ella se quedó en la caja hasta que llegaron los padres porque ellos no llegaban a lo alto, y no le gustó ser la última. Cuando la subieron notó un poco de vértigo. Además se sintió muy sola pues no tenía nadie con quien jugar ni hablar. Pensó que no era tan divertido ser una estrella, se lo pasaba mejor cuando era una bola. Y deseó volver a ser como antes.

Se puso a llorar y de repente se despertó.

Todo había sido un sueño, y se quedó muy contenta al ver que seguía siendo bola. Y desde aquel día no tuvo envidia de los demás, y disfrutó mucho de las navidades.


Celia A. 3º EPO

Accésit en el XXX Concurso de Cuentos de Navidad 2009, convocado por Caja Burgos. Categoría B.

 


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Juan y la Navidad al revés

Había una vez un niño llamado Juan al que le gustaba mucho la Navidad.

Tanto le gustaba que soñaba con una Navidad que no acabara nunca, no por el verdadero sentido de la Navidad, sino por los regalos.
Todos los años pedía una cantidad enorme de regalos aunque no le gustaran.

En la Navidad que os voy a contar, le ocurrió algo muy extraño. En Nochebuena, se fue a la cama a dormir pensando en todos los juguetes que tendría en Navidad. Al día siguiente, vio todos sus regalos en el salón. Estaba feliz. Comió con su familia, cantaron villancicos y jugó con sus juguetes.

Hasta aquí todo normal, ¿no?
Lo extraño fue que todos los días recibía muchísimos regalos, todos los días comía turrón, todos los días cantaba villancicos... ¡y todos los días nevaba!

Al principio esto le gustaba pues era todo lo que había soñado pero, a medida que pasaba el tiempo, le empezó a parecer aburrido. Ya no sabía dónde meter tantos regalos. No tenía espacio en la habitación. Además, había engordado muchísimos kilos de la cantidad de turrón y dulces que comía todos los días. Se sentía muy pesado y no le cabían los pantalones.
Todo esto empezaba a ser muy fastidioso. Además, no le veía ningún sentido...¿esto era la Navidad?
Para colmo no paraba de nevar y no podía jugar al fútbol con sus amigos, que era lo que más le gustaba.
Estaba triste y enfadado. ¿Cuándo se iban a acabar las Navidades?

El día amanecía lentamente y Juan se desperezó en la cama. Sus padres le llamaron insistentemente:

-¡Juan, tus regalos! ¡Juan, levántate!

 

Juan se dio cuenta de que todo había sido un sueño y tomó una decisión.

Les dijo a sus padres que quería dar todos sus regalos a la parroquia para compartirlos con otros niños.

Esto le hizo sentirse muy feliz.

Jimena A. 3º A, EPO

 



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Tres amigos en Navidad

Una mañana en la escuela hablaban de la fiesta de la Navidad. La profesora contaba el nacimiento del Niño Jesús cuando algo la distrajo.

Pepo, el elefante, tiraba bolitas de papel con su trompa a Elsa, la jirafa, a su larguísimo cuello; lo que hacía que ella se partiera de risa.

Les llamó la atención y les dijo que le explicaran su ausencia de la clase.
Ellos contestaron diciendo que eran historias de humanos en las que no creían y se aburrían, aunque pidieron perdón por portarse mal.
Pasaron unos días y los dos amigos, Pepo y Elsa quedaron para acampar en lo alto de una loma que tenía el paisaje más bonito que habían visto jamás.

De pronto una especie de rugido les hizo temblar y se abrazaron muy fuerte.

Miraron a todas las partes hasta ver a Pablo, el león llorón. Se acercaron a preguntarle qué le pasaba y él con la voz entrecortada por el llanto dijo algo de una estrella a la que seguía y perdió de vista.

De repente el cielo se iluminó de una intensa luz con una estela interminable.

El león apuntó con sus garras al cielo y se le llenaron los ojos de lágrimas otra vez.

Sin saber porqué empezaron a caminar tras aquella hermosa luz.
Por el camino se encontraron a tres camellos con tres humanos sobre sus lomos con unas ropas muy raras y les dijeron que podían ir con ellos.

Caminaron unos días más y al caer la noche llegaron a un lugar con un pesebre en el que había: un asno, una mula, dos humanos y en un montón de heno un hermoso cachorrito de humano, rodeado de una luz especial.

Vieron como los magos a los que acompañaron hacían unas ofrendas: oro, incienso y mirra. Cuando se apartaron, Pepo se acercó y dejó un montoncito de cachuetes. Elsa dejó su pelota favorita y Pablo un chuletón que no se había comido.

Una oleada de paz y amor entró en sus corazones y entonces es cuando entendieron el significado de la Navidad.

Mario Ll. 2º A, EPO



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El secreto de la pandilla

Aunque ellos aún no lo sabían, aquellas navidades iban a tener algo especial.

Todo empezó cuando Juan se juntó con su pandilla de amigos y les propuso participar en el concurso de belenes que se organizaba en el barrio.

Al principio, ni Roberto, ni Luis, ni Carlos parecieron animarse con la idea, pero cuando Juan les dijo que el prmeio al mejor belén era de cien euros nadie lo dudó. Iban a concursar y a ganar. Cien euros era un gran premio y ya estaban pensando en qué gastarlos; pero, ¡claro! Primero había que montar el belén.
Al día siguiente la pandilla empezó a organizar su plan. El belén lo pondrían en un garaje viejo de la casa de Carlos que estaba vacío. Había que organizar todas las cosas para comprar: una gran cartulina azul serviría para dibujar un hermoso cielo llenos de estrellas y una luna muy redonda, el corcho amontonado y pintado de blanco serían las montañas de las que bajaría un río que terminaría en un lago. Además necesitarían musgo y serrín. Y quedaba lo más importante: las figuras que llenarían el belén.

Entre todos juntaron parte de sus ahorros y se fueron de compras. No podían faltar los pastores, las ovejas, los patos del río, la lavandera, el molinero, Herodes en su castillo con sus soldados: y lo mas importante: los tres Reyes Magos y las figuras del Misterio: junto al buey y la mula, San José, la Virgen y el Niño Jesús.

Por fin llegó el día del concurso.

Ignacio, el hermano mayor de Luis les ayudó a arreglar el local con luces, guirnaldas y espumillón colgado del techo y de las paredes.

Por la mañana llegaron unos señores muy serios que lo miraron todo y lo apuntaron en un cuaderno.

Por la tarde dirían el ganador en la biblioteca. Y allí estaba toda la cuadrilla.
Cuando dijeron el nombre del belén ganador no se lo podían creer: ¡eran ellos!

Pero, lo mejor de la tarde, fue cuando anunciaron el secreto que tenían guardado: los cien euros los iban a dar para ayudar a los pobres.

Todos aplaudieron.

Alec-Duncan S. 2º A, EPO




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Un sueño de Navidad

Erase una vez un pueblo muy pequeño donde vivía un niño muy soñador y muy bueno con sus hermanos.

En la calle nevaba, era Navidad.

Víctor, que era su nombre, se había ido a dormir.
Soñaba que era el ayudante de Papá Noel:
- ¡Qué trajín de juguetes!, de ir casa por casa, de subir y bajar del trineo...

Haciendo felices a todos los niños del mundo estaba contento.

Se despertó con las campanadas. Estaba preocupado. Se le había olvidado ir con Papá Noel a su casa a dejar recados a sus hermanos.

- ¿Cómo se me pudo olvidar?

Bajó corriendo al salón, le estaban esperando sus hermanos al calor de la chimenea.
- ¡Víctor corre, ha venido Papá Noel!
Víctor se puso muy contento, el olvido suyo sólo había sido un sueño.

Lidia R. 2º A, EPO



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El muñeco de nieve deformado

Había una vez un niño que se llamaba Ángel. Tenía siete años y era muy testarudo.

Llegó la época favorita de Ángel: "La Navidad". Este año quería hacer algo especial, distinto a otros años. Pero, ¿qué podría ser? ... ¿un ángel de nieve? No, lo había hecho el año pasado. ¡Ya está! Un muñeco de nieve.

Su padre le acompañó a un parque de su ciudad, donde solían hacer muñecos, ya que había bastante nieve allí. Su padre le preguntó si quería que le ayudara, pero como os he dicho antes, Ángel era muy testarudo y le dijo que no.

Al finalizar el muñeco Ángel fue corriendo a buscar a su padre para que lo viera. Cuando llegaron al destino, el padre le dijo que estaba muy bien pero, en realidad estaba horripilantemente mal: no tenía una nariz de zanahoria sino un calcetín, que se había quitado Ángel. Solo le puso un ojo y no tenía boca. Lo que hizo bien fue ponerle brazos, piernas y pies.

Por la noche un hada que solía merodear por allí, vio muchos muñecos juntos y quiso darles vida durante unas horas. Soltó unos polvos mágicos y ... ¡chas!¡ Todos los muñecos de aquel parque tenían vida!

Se quedaron viendo el muñeco de Ángel y tras unos segundos se rieron a carcajadas. En ese momento él se puso a llorar y siguieron riéndose de él. Aquel muñeco deformado no podía respirar porque, en vez de oler a verdura, olía a pies malolientes de Ángel.

De repente un muñeco dijo:
- ¡Vamos a deformarlo más de lo que está!
- ¡ Vale!
- Un momento, ... no tenemos pies.
- Tú, el de al lado del "tonto-muñeco".
- ¿Sí?
- Tírale su gorro con la piedra que tienes debajo.
- ¡Déjale en paz! No le voy a tirar nada, ¿acaso te ha hecho algo a ti?
- No
- Entonces, ¿por qué te burlas de él?, o mejor dicho, ¿por qué os burláis de él?
- Porque mírale: tiene que respirar aire con olor a pies. ¡Es patético!- respondieron a coro.

El muñeco les quería decir unas cuantas cosas, pero como no tenía boca tuvo que guardárselo para dentro.

- ¡El "tonto - muñeco está llorando!
- ¿Eres tonto o te falta un hervor? - preguntó el que parecía el amigo del muñeco de Ángel.

En ese preciso instante se hizo de día, salió el sol y tenían que irse a otro sitio para que no les derritiera. El muñeco se quitó una pierna y se la puso a su amigo. Mientras los demás se derretían, el y su amigo recorrieron sitios para que no les diera el sol. Se dice que todavía están recorriendo mundo para encontrar aquel sitio donde nunca diera el sol.

Lo que quiero explicaros es que todos tenemos defectos y si alguien se ríe de ellos, no le tienes que hacer caso, porque siempre tienes que ser tú.

¡JESÚS ASÍ LO QUIERE!

Marta Gª-Ch. 6º EPO

 

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El sentido de la Navidad

Silvia estaba sentada en su cuarto jugando con el ordenador, cuando su madre entró y le preguntó:

- ¿No tienes tarea?¡Pues apaga el ordenador y ponte a trabajar! Silvia respondió:

- Solo tengo que hacer un cuento de Navidad, ahora lo hago.

Mientras Silvia estaba escribiendo oyó el pitido del messenger de su ordenador. Vio que le saludaba un contacto que no tenía agregado. Le devolvió el saludo y le preguntó quién era. El contacto le respondió:

- Me llamo X2R y soy del planeta Delta.

Luego Silvia le contestó:

- ¿Cómo has podido contactar con la Tierra?
- Porque estoy probando un ordenador que puede contactar con todos los planetas, ¿y tú que estás haciendo?

Silvia le dijo que estaba escribiendo un cuento de Navidad y X2R le preguntó qué era la Navidad. Le contestó que son unos días que los niños tienen vacaciones en el cole. X2R extrañado le dijo que en su planeta también tienen vacaciones, pero que estas tienen un sentido., y le preguntó cuál era el sentido de la Navidad. Silvia dudó la respuesta y la dijo:

- No lo sé, supongo que será pedir regalos, recibir propinas y comer dulces.
- ¡No me lo puedo creer! Pensaba que erais un planeta más avanzado y veo que solo pensáis en tonterías.

Luego X2R volvió a escribir:

- Ahora entiendo por qué hay tantas noticias de guerras y desastres en vuestro planeta. ¡No conocéis ni el sentido de vuestras fiestas.

- Bueno te dejo hasta la próxima - se despidió X2R.

Silvia se quedó muy preocupada y decidió al acabar el cuento, ir a ver a su abuela para contarla lo sucedido.

Su abuela le habló del nacimiento de Jesús y le explicó el sentido de las palabras como unión, amistad y alegría ,y que lo importante era compartir esa alegría con la familia y con los que nos rodean.

Aquellas navidades fueron muy especiales y Silvia sintió tanta alegría que decidió que todo el año sería Navidad en su corazón.

Una tarde que llovía encendió el ordenador, entró en el correo y mandó un mensaje a X2R.

- Hola, gracias por hacerme pensar en el verdadero espíritu de la Navidad.

Elvira C. 6º EPO

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Cuentos de Navidad, 2009

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