«Que JESÚS haga presente su PAZ y su LUZ en el mundo»

Cuentos de Navidad


Raquel Gª
Nacimiento realizado con plastilina por Raquel Gª
1er. Premio en el LI Certamen Navideño Caja Círculo. Burgos

Las aventuras de los Reyes Magos

La luz que no dejó de brillar

Una figura más para el belén

El pequeño ratón

La estrella azul

La casa de muñecas

Celia A.

Nacimiento realizado con plastilina por Celia A.
2º Premio en el LI Certamen Navideño Caja Círculo. Burgos

 

 


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Las aventuras de los Reyes Magos

Los Reyes de Oriente recibieron un correo electrónico que les informaba de que la Navidad se acercaba y también el nacimiento del Niño Jesús.

Era 16 de diciembre, como todos los años los Reyes Magos se pusieron en marcha.

Tardaban una semana en llegar a Belen y comenzaron los preparativos. Por supuesto al estilo tradicional: compraron los camellos, alquilaron la estrella de Navidad más barata, contrataron a los pajes y entonces dispusieron en la alforjas los regalos del Niño Jesús, oro, incienso y mirra; también metieron comida y agua para alimentarse durante una semana.

Una vez todo preparado decidieron salir hacia Belén, caminaban por terrenos llanos, arenosos, pedregosos y, durante el trayecto, Melchor comenta a sus compañeros:

— Chicos, esto de ir en camello está muy bien para un ratito, pero un viaje tan largo ... Creo que al próximo año nos traeremos el todo terreno.

— Tienes razón Melchor, porque me están saliendo las mayores agujetas de mi vida en el trasero.

— Bueno, bueno... - dice Baltasar - no será para tanto, ¡qué sois unos quejicas!

Era la segunda noche y decidieron parar a descansar, cenaron con los pajes y durmieron bajo las estrellas.

A la mañana siguiente se dieron cuenta de que la estrella de Oriente se había esfumado:

Elena A.
Nacimiento realizado con plastilina por Elena A.
1er. Premio en el LI Certamen Navideño Caja Círculo. Burgos
Ya os decía yo que había sido mejor traer una brújula para guiarnos y una linterna de dinamo para ver el camino - comentó Melchor.


— ¿Por qué motivo habrá desaparecido la estrella? - dijo Gaspar.

— Porque hemos alquilado la estrella más barata y de la peor calidad. ¡Pero no nos desanimemos y sigamos adelante, pues el Niño Jesús nos espera!- dice Baltasar.

Anduvieron todo el día y al caer la noche cenaron con sus pajes alrededor del fuego como solían hacer.

Estaban agotados y cayeron rendidos en sus sacos de dormir. A medianoche unos bandidos les robaron las alforjas donde guardaban la comida, suerte que los regalos estaban guardados bajo los sacos de dormir.

Mª Ángeles N.

Dibujo realizado por Mª Ángeles N. 4º EPO

Al despertar exclamó Melchor:

— ¡Ladrones! ¡Ladrones! Nos han robado toda la comida.

Gaspar y Baltasar se despertaron sobresaltados al oir los chillidos de Melchor.

— ¿Cómo? Con el hambre que tengo hoy...

— Seamos positivos hombre, no pasa nada con la comida, allí tenemos unos campesinos, ¡eh amigos! ¿tenéis un poco de chorizo casero y queso manchego? Pues la estrella se nos ha esfumado y nos han robado la comida esta noche.

— ¡Claro! Aquí hay chorizo, queso, jamón y la bota de vino para que saciéis la sed - dijo el bondadoso campesino.

— El próximo año nos traemos la caravana con nevera incorporada - dice Melchor.

— ¿No sabrá usted, buen campesino, cuánto queda para llegar a Belén?- preguntó Baltasar.

— Es su día de suerte, ven ustedes toda la gente de allí, pues todos van a Belén.

Por fin los Reyes Magos llegaron a tiempo a Belén para entregar los regalos - oro, incienso y mirra - al Niño Jesús.

Guillermo S. 4º EPO


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La luz que no dejo de brillar

Celia A.
Celia A. 2º EPO

Era una fría mañana de diciembre, todo estaba preparado para jugar al campeonato de baloncesto del colegio entre los curso cuarto y quinto.

Habían venido todos los padres para animarnos y estábamos nerviosos por querer ser los mejores. Las gradas del polideportivo donde jugábamos estaban llenas de familiares y amigos. A las 12 en punto el silbato del árbitro dio el inicio del partido. La lucha era grande, la primera canasta la metieron los de cuarto, pero no fue solo la primera, siguieron encestando hasta sacarnos una ventaja de 30 puntos.

Mi enfado era tan grande que cuando se acercó Javier, que era del equipo de cuarto, le dí un fuerte empujón y se cayó al suelo. Se hizo una herida muy grande en la pierna.

A partir de ese momento no pudo seguir jugando porque le llevaron al hospital y le dieron varios puntos.

Yo seguí jugando con cierta preocupación por lo que había hecho, pero por otro lado, también pensaba que el otro equipo estaba sin el mejor jugador.

El partido terminó y aquella tarde, ya solo en mi habitación, pensé lo mal que había actuado. Me sentí triste y arrepentido y pensé que tenía que hacer algo para que Javier me perdonase.

Así que cogí un papel y un bolígrafo y empecé a escribir una carta al entrenador de baloncesto del equipo de mi ciudad contando lo sucedido, lo mal que me sentía y le pedí la camiseta del equipo con el nombre de Javier.

Al día siguiente recibí la llamada del entrenador, me dijo que había leído mi carta a su equipo y que el mejor jugador, Álvaro, se había ofrecido para llevar personalmente la camiseta con el nombre de Javier a casa de mi amigo.

Llegó el día 24 de diciembre y allí estábamos en el portal de la casa de Javier, el jugador del "Real Club Baloncesto" y yo con la camiseta.

Cuando Javier abrió la puerta no se podía creer lo que estaba viendo, pero enseguida reconoció al mejor jugador de su ciudad. Entonces Álvaro le dijo que le traía una camiseta en nombre de su amigo Juan, porque él se lo había pedido.

Por detrás del gran jugador salí yo, que aún parecía más pequeño de lo que era, cuando vi a mi amigo Javier le dí un abrazo de los de verdad y le dije:

- Hoy es Navidad y creo que debo decirte cuanto siento lo que hice. Te pido que seas mi amigo.

Javier me miró a los ojos y vi como en nuestra mirada se encendió una luz que ya nunca dejó de brillar.

Clara V. 4º EPO

 

Marta Gª

Dibujo realizado por Marta Gª 4º EPO



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Una figura más para el belén

Érase una vez un niño llamado Luis. Él no quería celebrar la Navidad, sus ojos tan grandes y azules no brillaban desde dos meses atrás cuando su padre se fue al cielo. No podía olvidar aquella tarde, cuando sonó el teléfono y vio llorar a su mamá. Desde ese día todo el mndo le decía que su papá estaba en el cielo y desde allí lo cuidaba.

Pero a él no le valía eso, quería que su papá volviese a casa y sobre todo en estos días de Navidad.

— Luis, hoy tenemos que montar el árbol y el belén - dijo su mamá.

— No quiero poner el árbol y mucho menos el belén. Quiero que papá venga y colocarle con él como años anteriores.

— Vale, le dijo su mamá, pero esta tarde tenemos que ir a comprar algunas figuras que nos faltan.

Así fue, por la tarde se fueron a una tienda enorme, toda ella estaba llena de adornos de Navidad: bolas de todos los tamaños, estrellas, lazos, belenes...

 

Paula G.

Paula G. 2º EPO
Clara V.

Dibujo realizado por Clara V. 4º EPO

Luis al ver todas esas cosas se le iluminaron los ojos.

— Mamá ¿qué nos hace falta? ¿qué tenemos que comprar?

— Necesitamos bolas de colores - dijo su mamá.

— Vale mamá, yo voy a mirar por ese pasillo y a ver lo que encuentro.

Luis miraba y miraba, todo le gustaba.

De repente, sus ojos se fijaron en una figura que no era José, ni Jesús, con su pequeña mano cogió la figura, la miró y dijo:

— Pero ¿papá qué haces aquí?. De repente la figura comenzó a hablar.

— Luis no quiero que estés triste, quiero que esos ojazos azules brillen, quiero que te rias tanto que se te vean los dientes que te faltan. Y sobre todo quiero que estas navidades seas tan feliz y tengas tanta ilusión como antes de que yo me fuera. Siente que siempre voy a estar a tu lado.

Luis empezó a correr por la tienda.

— ¡Mamá, mamá! ¿dónde estás?

— Estoy aquí ¿qué te pasa? ¡estás pálido!

— Estoy bien mamá, vamos a casa quiero poner el árbol y el belén.

— ¿Pero ya has elegido todo lo que querías?

— Sí mamá, solo quiero esta figura, nada más.

Su madre extrañada miró la mano de Luis, pero apenas podía ver lo que tenía.

Cuando volvieron a casa Luis sacó todos los adornos y detrás del Niño Jesús puso la figura de su papá

Sofía M. 4º EPO

Daniel R.

Dibujo realizado por Daniel R. 4º EPO



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El pequeño ratón

Miguel F.
Miguel F. 2º EPO

¿Sabéis? Todo el mundo cree que en el portal de Belén habia solo dos animales, el buey y la mula que daban calorcito al Niño Jesús. Lo que no cuenta la historia es que tambien había un pequeño ratoncito del que os voy a contar la increible aventura que le sucedió.

Nuestro ratoncito en cuestión era gris, de orejas grandes, ojitos saltones y con un rabo largo y fino como una antenita. Era travieso y juguetón y vivía cómodamente en un gran palacio de un importante rey de Oriente. Su mamá ratón le decía siempre:

— No salgas a buscar comida hasta que no sea de noche y los humanos se hayan dormido.

Pero un día vio desde su agujero madriguera un cofre lleno de queso de color amarillo brillante. Su curiosidad y glotonería pudieron más que los consejos de su madre y se atrevió a acercarse rápidamente al cofre para poder saborear un trozo de aquel sabroso queso. Cuando estaba cerca del cofre se abrió la puerta y allí entraron unos criados del rey. El ratoncito rápidamente saltó dentro del cofre para que no le vieran.

— El amo ha mandado que carguemos todas las ofrendas en los camellos porque partimos rápidamente - dijo uno de los criados.

— Sí, cerraré los cofres con llave - contestó otro criado.

El ratoncito muy asustado quedó atrapado en el cofre.

El viaje fue muy largo y como tenía un hambre terrible intentó comer un trozo de aquel queso, pero no pudo ¡Aquello no era queso! ¡estaba durísimo! Al morderlo se le cayó un diente.

El ratoncito recordó lo que su mamá le había dicho:

— Los ratones tenemos que cuidar mucho nuestro dientes porque son muy delicados.


El ratoncito apretó con fuerza el diente dentro de su mano para no perderlo y pensó:

— Cuando vuelva a casa seguro que mamá sabrá arreglarlo.

Como el viaje nunca terminaba, el hambre y la sed eran cada vez mayores y el ratoncito se puso a llorar.

— ¿Quién está llorando? - preguntó el camello de voz ronca.

— Soy yo, un ratoncito que se ha quedado atrapado dentro del cofre. Tengo mucha hambre y no sé que hacer, ¿tú quién eres?, ¿puedes ayudarme?.

— Yo soy el camello Melquiades. No tengo las llaves del cofre pero te daré dátiles por la cerradura para que puedas comer hasta que lleguemos a nuestro destino.

Gracias a Melquiades el viaje se hizo más ameno para nuestro ratoncito.

De repente, un día el ratoncito notó que el cofre ya no se movía.

— ¿Qué ocurre Melquiades?

Celia H.

Dibujo realizado por Celia H. 4º EPO
José Luis de las H.
Dibujo realizado por José Luis de las H. 4º EPO

Pero Melquiades no contestó. El ratoncito se asustó mucho al ver que una llave se introducía por la cerradura. Al instante el cofre se abrió. El ratoncito esperaba ver el salón de un lujoso palacio, sin embargo, se encontraba en un pobre establo para ganado. Frente a él había un niño recién nacido dormido dentro de un pesebre. A su lado estaba un hombre de larga barba y cara bonachona y una mujer de grandes ojos, mirada sonriente y una cara tan resplandeciente que al ratoncito le recordó a su madre. También había un buey y una mula que descansaban cerca del Niño y le daban calor con su aliento y muchos pastorcillos y gente humilde que traían regalos al Niño. El rey de Oriente también ofreció el cofre al Niño. El Niño al ver al pequeño ratoncito sonrió:

— ¡Mira como le gusta el oro! - dijo un pastorcillo.

— No, no es el oro lo que le hace sonreir, es ese pequeño amiguito. Dijo aquella señora cogiendo al pequeño ratoncito entre sus manos y enseñándoselo al Niño. El ratoncito al ver que todos le hacían regalos al Niño y que él no tenía ningún presente, abrió su manita y le ofreció el diente que con tanto cuidado había guardado durante el viaje.

El Niño sonrió de nuevo. La madre del Niño miró al ratoncito y le dijo:

— Eres un animal pequeñito pero tienes un gran corazón. A partir de ahora serán todos los niños del mundo los que te regalen sus dientes a tí y a cambio tú les llevarás un pequeño regalito. Ahora vuelve a tu casa con tu mamá y sé feliz.

Mª de los Ángeles N. 4º EPO



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La estrella azul

¡Por fin llega la Navidad! Son fechas que esperaba porque vienen los Reyes Magos, los abuelos y todos mis familiares.

Además he visto un regalo y estoy esperando que me lo traigan ¡ya!, pero mis padres me han dicho qe no pida muchas cosas porque hay mucha gente que también quiere lo mismo que yo y no puede ni pedirlo.

Antes de nada os diré que el regalo que quiero es una estrella fugaz, pero es... ¡un secreto!

Es que ayer pusimos el belén y el árbol, lo que me faltaba era la estrella fugaz por eso la estoy deseando como nunca he deseado otra cosa igual.

Además, con lo bien que han preparado mis padres el vinito y el turrón ¡cómo no me la van a traer!.

Bueno me voy a cenar, que me tengo que ir pronto a la cama, ¡qué sino no vienen!

Mmm... ¡Qué buena estaba la cena de mamá y papá!. Había pescadito y turrón.

En mi nacimiento los ojos de Jesús son azules ¿y en el tuyo?.

Después de un rato me lavo los dientes y me voy a la cama. Al día siguiente lo primero que hago es despertar a mis padres y ver los regalos, todo el salón estaba lleno de auténticos regalos grandes y brillantes.

Yo abro los regalos la primera y lo que me encuentro es ¡una estrella fugaz! grande y preciosa envuelta en un papel de ositos.

A mis padres en cambio les regalan colonias y camisas y un lazo gigante para colgarlo del árbol.

Ahora que me doy cuenta, la estrella tiene un tono raro es como amarillo y azul y está mirando al Niño Jesús. Mis padres dicen que será así. Pero yo digo que no, que eso es por la mirada dulce y tierna del Niño Jesús, con esos ojos azules preciosos.

María S. 4º EPO

Silvia M.

Dibujo realizado por Silvia M. 4º EPO



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La casa de muñecas

Jorge H.

Dibujo realizado por Jorge H. 4º EPO

Hoy es la noche de Navidad y Santa Claus ya tiene los regalos preparados.

María es una niña muy simpática y le puso a Santa Claus unas galletitas y un vaso de agua al lado del abeto y ella también se quedó al lado del árbol porque le quería ver. María estaba todo el rato mirando a la chimenea, hasta que una vez miró y se le cayó encima Santa Claus.

¡Perdón! ¡Perdón!- dijo y la regaló una chocolatina.

María rápidamente le preguntó donde estaba la casa de muñecas que le había pedido. Santa Claus le dijo que primero tenía que ayudarle a repartir los juguetes a todos los niños.

¡Vale, genial!- dijo María.

Y mientras iba en el trineo vio la casa de su amiga Lucía, la de sus abuelos, la de su prima Teresa, y... también vio que había muchos niños que ni siquiera tenían casa, vivían en la calle.

Después de un rato llegaron a la fábrica de juguetes de Santa Claus.

Cuando María entró se quedó con la boca abierta, estaba todo lleno de juguetes y pudo ver como destacaba entre todos, su preciosa casa de muñecas.

Metieron todos los juguetes en el trineo y empezaron con el reparto: la bicicleta para Sandra, el balón para Quique, el peluche para Lidia... y volaron de nuevo por encima de los niños que no tenían casa.

— ¿Y para estos niños qué regalos tenemos? - preguntó María.

— Ninguno, no tienen bolígrafo y no han podido escribirme ninguna carta - respondió Santa Claus.

Terminado el reparto solo quedaba un regalo en el trineo y Santa Claus dijo a María:

— Toma, aquí tienes tu casa de muñecas.

— ¿Aún estoy a tiempo de cambiar mi regalo? - dijo María. Es que he estado pensando que esta noche nace el Niño Jesús y él tampoco tiene casa, ni bolígrafo, pero los Reyes Magos, los pastores, los campesinos y mucha gente le van a llevar regalos. Cada uno lo que pueda, pero sobre todo mucho amor. Entonces quiero que cambies mi casa de muñecas y la conviertas en una casa más grande para que puedan vivir todos esos niños que hemos visto en la calle.

Y así fue. Desde aquella noche, Santa Claus entra todas las Nochebuenas por la chimenea de "la casa de muñecas".

Lucía A. 4º EPO

Alejandro M.

Dibujo realizado por Alejandro M. 4º EPO

 

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Cuentos de Navidad, 2010

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