La ratita y el gato

Érase una vez, una que vivía en Francia, y dentro de Francia vivía en París, y dentro de París vivía en la calle Merci, y dentro de la calle Merci vivía en la casa número once, y dentro de la casa número once vivía en el jardín, y dentro del jardín vivía en el tronco de un árbol, y dentro de un árbol vivía en un escondrijo.

En esta casa también vivía junto al señor y la señora Don Faller un gato.

Pero, este gato no era como los demás: no arañaba ni se portaba mal, todo lo contrario, sus dueños siempre estaban echándole la culpa: cuando el señor Don Faller estropeaba el sillón (porque se pasaba el día espatarrado en el sillón) ponía como excusa al pobre gato:
-¡Ay este gato! ¡Qué malo! ¡Nos ha estropeado el sillón!

Y lo mismo hacía la señora Don Faller, en cuanto estropeaba la chaqueta del señor decía:
-¡Pero bueno! ¡Si has estropeado la chaqueta de mi cariñito! ¡Gato malo!

Total que un día, el gato, cansado de tantas riñas, se fue al jardín.
Como era verano y hacía mucho calor, se tumbó debajo de un árbol y cuando estaba quedándose dormido se levantó sobresaltado al notar unos cosquilleos por la espalda. Al lado de una de sus patas estaba una
que pedía atemorizada:

-¡No me comas por favor...!

El gato la tranquilizó diciéndola que no la iba a hacer daño.
Al cabo del tiempo se hicieron muy amigos, tanto que se enamoraron.
Pero, por el bien de los dos, decidieron no decir nada a nadie, pero eso sí, el gato se fue a vivir al árbol para estar más cerca de su querida
.

Cuento e ilustración de Carmen G. 6º E.P.

 

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