Adivinanzas del cuerpo humano


Dos hermanos sonrientes

juntos en silencio están,

pero siempre se separan

si tienen que hablar.

Muchos frailes juntitos,

los de arriba y los de abajo;

trituran mis alimentos

para evitarme trabajo.

Un corral

de vacas blancas,

y en el medio,

la colorada.


Entre pared y pared

hay una cinta encarnada;

que llueva, que no llueva,

siempre está mojada.

Es un momento

muy importante,

cuentas la edad

desde ese instante.

Dos niñas

en un balcón.

Bailan las dos

a un mismo son.


Son dos cortinas

en dos ventanitas

que bajando ocultan

dos niñas bonitas.

En la cabeza nací

completando tu hermosura,

el color blanco adquirí

al llegar la edad madura.


Por delante y por detrás

siempre lo mismo leerás,

pero sin él no verás

ni al derecho ni al revés.

Una señora

muy señoreada

que siempre va en coche

y siempre va mojada.

Uno larguito,

dos más bajitos,

otro chico y flaco

y otro gordazo.


Pantalla para oir

todo lo que te tienen que decir.

Dos cajitas de cristal,

que se abren y se cierran sin rechinar.

Parecen persianas

que suben y bajan.


Juntos vienen,

juntos van,

uno va delante,

otro va detrás.

Con las herramientas

que llevo a los lados,

trabajo y escribo,

me rasco y me lavo.


Treinta y dos sillitas blancas

en un rojo comedor

y una vieja parlanchina

que se mueve sin temor.

Somos dos lindos gemelos,

del mismo modo vestidos;

morimos todas las noches

y por el día vivimos.


Conmigo nacieron,

con ellos me muevo,

si uno me rompo

cojo me quedo.

Entre muralla y muralla,

hay una flor colorada;

llueva o no llueva,

siempre está mojada.

Como la piedra son duros,

para el perro un buen manjar,

y sin ellos no podrías

ni saltar ni caminar.


Una casita

con ventanicos

y quien la mira

se pone bizco.

Son cinco compañeros,

muy amigos y aplicados,

cuatro de ellos muy unidos,

el otro, más separado.

De día, muy abiertas

están mis ventanas;

de noche, cerradas,

echan las persianas.

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